Inventos que parecen salidos de la ciencia ficción
La organización encargada de inventarlo se denomina DARPA: Agencia para
Investigaciones de Proyectos Avanzados en Defensa. Los escépticos
harían bien en recordar que en la década de los sesenta uno de sus
ingenieros ideó una forma de interconectar ordenadores distantes entre
sí que daría origen a la red Arpanet, la semilla de lo que hoy se conoce
como internet.
Pero la Red de Redes es sólo uno de los muchos
avances extraordinarios de la ultrasecreta DARPA, que fue fundada hace
50 años en respuesta al lanzamiento del Sputnik soviético. Las
contribuciones de la agencia incluyen los aviones que eluden el radar,
los equipos de visión nocturna y el diseño que daría origen al rifle de
asalto M-16.
A principios del siglo XXI, los estrategas
militares estadounidenses concluyeron que la mejor forma de vérselas en
un primer momento con amenazas transfronterizas era tener pequeños
grupos de soldados preparados para infiltrarse en vez de desplegar una
gran cantidad de equipo pesado. Ello significaba que esos comandos
debían poder sobrevivir sin médicos, comunicaciones, apoyo táctico o
provisiones.
En 2002, DARPA proclamó que “el ser humano se
estaba convirtiendo en el eslabón más débil en la cadena de los sistemas
de defensa”, y solicitó al Congreso 160 millones de dólares anuales
para investigaciones. “Reforzarla no sólo pasa por desarrollar
materiales que mejoren su desempeño, sino posibilitar nuevas capacidades
humanas”.
Los críticos describen los experimentos de DARPA
como si en sus instalaciones se estuvieran creando monstruos de
Frankenstein. “Es más habladuría que otra cosa”, afirma Tony Tether,
director de la agencia, en la revista WIRED. “El ejército estadounidense
tiene el mejor entrenamiento del mundo. Nuestra misión es idear la
forma de mantener el nivel cuando los soldados están en situaciones
difíciles”. Así, DARPA patrocina hoy docenas de proyectos de
acrecentamiento humano en laboratorios del país y en instituciones
foráneas. Y uno de los principales objetivos ahora que la tasa de
reclutamiento en EE UU ha caído un 12% es crear dos guerreros por el
precio de uno, esto es, un soldado que no duerma.
Durante la
Guerra de Vietnam, el ejército de EE UU estudió ampliamente cómo
afectaba a sus hombres no dormir. En esa época, lo único que se podía
hacer para mantener a los reclutas con los ojos abiertos era darles
montañas de anfetaminas. En la actualidad, DARPA trabaja en un programa
de Prevención de Falta del Sueño que permitirá a un piloto volar 30
horas seguidas o a un “boina verde” sobrellevar hasta 74 horas de
actividad sostenida sin que sufra incapacidades psicomotoras.
En la Universidad de Wake Forest, en Carolina del Norte, se está
estudiando una clase de fármacos denominados ampakinas que podrían
evitar el déficit cognitivo asociado a la falta de sueño. En la
Universidad de Columbia, un equipo de científicos utiliza estimulación
magnética transcraneal para contrarrestar la fatiga y técnicas de
representación por imágenes para analizar los efectos neuroprotectores y
neurorregeneradores de un antioxidante presente en la planta del cacao.
A la vez, la Fuerza Aérea investiga una droga llamada Modafinil, que
supuestamente podría mantenernos en pie 88 horas.
Objetivo: no parar ni para comer al menos en 3 días
¿Pero de qué vale un guerrero que no duerme si de todas maneras tiene
que comer y beber? Para acabar con ese problema, otro proyecto, conocido
como programa de Desempeño Cumbre del Soldado, busca “poder realizar un
trabajo físico y cognitivo continuado de 3 a 5 días, las 24 horas
diarias, sin necesidad de ingerir calorías”.
Aunque por término
medio un adulto necesita entre 1.500 y 2.000 calorías diarias, un
soldado en acción puede requerir casi 8.000. Pero, puesto que detenerse a
comer resta un tiempo valioso que podría usarse en identificar o
eliminar blancos, DARPA investiga formas de “lograr el total dominio
metabólico”. Esto incluye controlar el hambre usando nutracéuticos
–complementos alimenticios natu rales de origen marino y vegetal– y
suplementos nutritivos para darle al cuerpo lo que necesita cuando no
hay comida por ninguna parte. Así, con la ayuda de las bacterias
adecuadas, se podrían digerir cosas que hoy se consideran incomibles,
como la celulosa de las plantas.
Buena parte de este trabajo se
lleva a cabo en el Centro de Sistemas para Soldados del Ejército en
Natick, Massachusetts. Recientemente, este laboratorio desarrolló un
prototipo de lo que llaman First Strike Ration. Se trata de un paquete
alimenticio que incluye tres emparedados, un puré de manzana reforzado
con carbohidratos y chicles de cafeína. Según un informe del centro, las
nuevas raciones de campaña están pensadas “para consumirse en
movimiento y en las primeras 72 horas del conflicto”. Este mismo
organismo ideó un alimento deshidratado que el soldado podía rehidratar
sin peligro con su propia orina. Precisamente, para solucionar el
consumo de líquidos, DARPA creó un programa especial de recolección de
agua que permite extraerla del propio aire y, por tanto, evita tener que
acarrearla.
Ahora que hemos visto cómo pueden reducirse las
necesidades de sueño, agua y alimentos del combatiente, es el momento de
convertirlo en un auténtico Supermán. El proyecto Soldado
Metabólicamente Dominante busca aumentar el rendimiento celular para
promover la resistencia y la fuerza, y así conseguir, por ejemplo, que
un comando cargue con facilidad incluso 100 kilos de equipo.
Los primeros pasos se están dando en la Universidad de Stanford, donde
se ha desarrollado el “guante enfriador”. Este ingenio, parecido a una
tetera recubierta por dentro por una especie de hemisferio metálico,
produce un vacío que conduce la sangre hacia la mano y la enfría, lo que
refresca el cuerpo en segundos. Según Craig Heller, uno de sus
inventores, experto en ciencias biológicas, “en esencia, los músculos se
fatigan porque se recalientan; el guante apura el intercambio de
temperaturas que sucede normalmente cuando sudamos. Tras cuatro meses
usándolo, Heller, que tiene más de 60 años, ha logrado hacer mil
flexiones seguidas.
En la otra punta del país, en el Instituto
del Cáncer Dana-Farber de Boston, el biólogo Lan Bo Chen trabaja en un
cóctel de quercetina, té verde y vitamina B capaz de aumentar la
producción de mitocondrias, la maquinaria que da energía a las células.
De momento, los ciclistas que lo han probado han mejorado sus tiempos un
3%.
Tratamientos contra el remordimiento
Supermán
puede estar muy bien, pero si su mente está llena de ansiedades y
culpabilidad, podría será fácilmente derrotado. Por ejemplo, se calcula
que durante la Segunda Guerra Mundial apenas el 20% de la infantería
estadounidense disparó sus armas contra el enemigo. En Vietnam, ya era
el 90%. ¿Acaso se puede acabar con los remordimientos y los desórdenes
postraumáticos asociados a ellos?
En las universidades de
Harvard y Columbia varios equipos trabajan en métodos de inhibición del
miedo y en distintas formas de “anestesiar la memoria” usando pastillas
de propranodol. Pero DARPA quiere ir más lejos. De hecho, su idea es
llegar a crear una especie de humano-robot. A la agencia no le falta
experiencia. Hace unos años, logró controlar por ordenador un ratón al
que se le habían implantado electrodos en los sesos, y en la actualidad
trabaja en un tiburón que puede ser manejado a distancia. En la
Universidad de Nueva York, el renombrado neurocientífico colombiano
Rodolfo Llinás inserta nanocables en los capilares del cerebro de
roedores para estimularlo a distancia y así generar sensaciones y
estados de ánimo artificiales. Según Llinás, la comunicación directa
entre mente y máquina puede ser posible.
En una entrevista para
la emisora Public Broadcasting Service, Llinás planteó el siguiente
supuesto: “Convenientemente desarrollada, esta tecnología permitiría que
cada miembro de un grupo de soldados fuese consciente de la existencia
de todos y cada uno de ellos y de lo que están haciendo en cada momento.
El grupo de personas individuales desaparece para convertirse en una
única entidad. Así, si uno resulta herido, todos podrían saberlo
instantáneamente. En el fondo, se trataría de una especie de conciencia
colectiva”.
La división de investigación de Boeing Phanton
Works también investiga la mejora de las capacidades cognitivas de los
militares. Su idea es que los especialistas que controlan desde tierra
el vuelo de los aviones no tripulados, como el Predator estadounidense o
el Heron israelí, sean algún día capaces de manejar simultáneamente
varios escuadrones de cazas robot al mismo tiempo. Para ello, se debe
aumentar la concentración, la memoria y, sobre todo, la velocidad con la
que el controlador reconoce los blancos. De momento, los técnicos de
Boeing utilizan espectrografías para examinar el comportamiento de su
cerebro.
Habilidades propias de cetáceos y ofidios
Está claro que la visión es el sentido en el que más esfuerzo y dinero
se está invirtiendo. Pero es que en el Instituto de Cognición Humana y
de Máquinas de Florida se ha llegado a desarrollar un ingenio que dota a
los soldados de lo que parecen sorprendentes capacidades
extrasensoriales ¡mediante la lengua!
El dispositivo,
denominado Brain Port, es fundamentalmente un casco equipado con una
cámara, un sonar y otros aparatos de navegación y localización. El
usuario tiene en la boca una delgada lámina de plástico cargada de
microelectrodos conectados con el casco que recogen la información
sensorial. El sistema aprovecha así la habilidad del cerebro de
convertir pulsos eléctricos en información visual, ya provenga esta de
los ojos o de otro sentido. De esta forma, con este equipo se puede
“ver” 360º en la oscuridad. También les da a los buzos unas capacidades
limitadas de sonar que les permiten navegar “con los ojos cerrados”. De
hecho, los submarinistas que han probado el dispositivo afirman que, aun
prescidiendo de la vista, pudieron “sentir” el perfil y la posición del
objeto que buscaban.
Dos formas de sobrevivir a pérdidas masivas de sangre
Pero la alta tecnología no puede evitar el mayor problema de una
operación bélica: las bajas. Y es que, aunque con determinados
tratamientos ya se puede aliviar el dolor casi instantáneamente, la
mayor ventaja que puede tener un soldado en la guerra es simplemente no
morir. No es extraño pues que DARPA se muestre sumamente interesada en
extender la llamada “hora dorada”, el tiempo en el que las víctimas de
heridas masivas deben recibir atención médica. “Por lo general, es de
unos 60 minutos”, señala Tether. “Pero en algunos teatros de
operaciones, como Afganistán o Irak, es imposible hacer una evacuación
en menos de 6 horas. Entonces nos hicimos esta pregunta: ¿hay alguna
forma de mantener con vida a una persona que haya perdido el 60% de su
sangre durante ese tiempo y hacerlo en el propio campo de batalla? Pues
bien, hallamos dos técnicas asombrosas”. Una consiste en darle al herido
una inyección de estrógenos, unas hormonas sexuales característicamente
femeninas. Y es que sucede que las mujeres sobreviven a la pérdida de
sangre mejor que los hombres, seguramente porque la posibilidad de
experimentar un parto las prepara mejor para ello. Unas pruebas de
laboratorio realizadas en la Universidad de Alabama demostraron que unos
ratones a los que se había extraído la mitad de su sangre podían
sobrevivir más de seis horas si recibían un tratamiento hormonal.
Ralentización de los procesos vitales
Otra forma más eficaz de conseguir estos resultados pasa por utilizar
ciertos compuestos químicos que retardan el metabolismo. Para ello,
DARPA echó mano de los estudios del bioquímico Mark Roth, del Centro de
Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de Seattle, al que hace un par
de años entrevistábamos en MUY sobre sus investigaciones en animación
suspendida. Entonces, Roth descubrió que algunos animales entran en ese
estado cuando disminuyen los niveles de oxígeno en su organismo. Sus
corazones dejan de latir y el cerebro se apaga sin dañarse, pero no
mueren. “Si te disparan, es justo lo que necesitarías”, indica Roth.
Poco después, este investigador averiguó que si se elimina rápidamente
el oxígeno del organismo de un animal, este puede sobrevivir. Para
demostrarlo, hizo inhalar a unos ratones sulfuro de hidrógeno –lo que
les hizo entrar en un estado de suspensión– e inmediatamente les extrajo
el 60% de su sangre, el equivalente a haber recibido una herida letal.
El resultado fue que el 90% de ellos vivió más de 10 horas. “Lo más
asombroso es que basta un poco de agua para resucitarlos”, señala
Tether. “Ni siquiera se necesita una transfusión de sangre”. Así, con el
equipo adecuado, cualquier recluta podría atender a un compañero
gravemente herido. ¿Hasta qué punto seguirá siendo necesario el médico
de campaña?
Supergadgets para supersoldados
El
supersoldado que no come, no duerme, no se estresa, no se desangra, no
tiene dolor ni problemas morales estará equipado además con un
exoesqueleto mecánico como los que desarrollan la Universidad de
Berkeley y la firma Sarcos Research, que harán que una carga de 80 kilos
se sienta como una pluma. Y tendrá a su disposición un phraselator, un
ingenio que usa un sistema de reconocimiento de voz para traducir frases
a docenas de idiomas. Según los responsables de la compañía VoxTec, que
construye el aparato, las pruebas indican que su nivel de eficacia
ronda el 70%.
Sin embargo, los más críticos con las iniciativas
de DARPA aseguran que no importa cuánto dinero, tecnología o materiales
exóticos se inviertan en el desarrollo de estos robots de carne y
hueso. Y advierten: ¿tendrán lo que hace falta para detener a unos
oponentes que luchan por sus convicciones aunque carezcan de ojos
biónicos y detonen bombas con controles remotos de televisores?
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