martes, 22 de octubre de 2013

La sanación del vientre femenino: El poder de la diosa El cuerpo es un símbolo y el vientre, el útero femenino, es el símbolo de la conexión con lo no manifestado, la Diosa. El vientre femenino ha sido agredido durante miles de años, por el mundo masculino y la energía metálica separada del corazón y la Madre Tierra que ha dominado nuestra civilización. Y aún hoy sigue siendo agredido terriblemente en nuestra “avanzada” civilización. Se le agrede cuando el hombre sigue utilizándolo para descargar toda su frenética compulsividad mental, cuando tantos y tantos hombres se masturban dentro del vientre de una mujer y a eso le llaman hacer el amor. Le agrede la propia mujer cuando permite que cualquier hombre entre dentro de ella, y cuando ella misma copia los patrones sexuales masculinizantes, dirigiéndose a una sexualidad superficial (clitoridiana) y convirtiéndose en ese tipo de mujer, tan común hoy en día, que utiliza activamente la sexualidad desligada del sentimiento. Se le agrede por supuesto en los hospitales, en el llamado “parto tecnológico” dominante hoy en día, donde tantas y tantas mujeres paren de forma antinatural y son sometidas a la atrocidad de la episiotomía y otras aberraciones médicas, en aras del la “efectividad técnica”. Se la agrede cuando se ha inventado la píldora, que destruye el ciclo femenino, o todos los otros sistemas anticonceptivos intrusivos en el cuerpo de la mujer, curiosamente siempre sistemas para la mujer, ¿porqué no para el hombre?. Se agrede el vientre femenino, cuando se ha hecho creer a la mujer que su regla es un trastorno, una molestia “que tiene que sufrir” y que la impide actuar en un plano de “igualdad” con el hombre. Cuando se la ha hecho separarse del momento sagrado que es la menstruación y a base de “tampax” apartarse e incluso repudiar su propia sangre. Podríamos continuar con un sin fin de agresiones más de una civilización masculina que, desde su “omnipotente” hemisferio izquierdo, ha cometido y sigue cometiendo para controlar y aplastar a la Diosa, a la cual ha temido y no ha entendido. No es de extrañar que nuestra civilización esté destruyendo la Tierra, siendo la Tierra la expresión por excelencia de la energía de la Diosa. La Diosa es la energía femenina y representa la conexión con lo que se siente, con aquello que está ahí pero no se puede aprehender con la razón. Y en la mujer, canal femenino en la Tierra, la Diosa está ligada al poder de su vientre, que sanado, la une directamente con la energía del corazón y con la Presencia del Ser, del Todo. Es necesario que el vientre femenino sea sanado de todo el dolor, de todo el miedo y de todo el rencor, del karma colectivo, de miles de años de aplastamiento de lo femenino, de desprecio y de agresión a la Diosa. Existen diferentes formas, y lo que podríamos llamar técnicas de sanación, que desembocan todas en tomar consciencia de la verdadera identidad, despejando todas las creencias erróneas sobre uno mismo incrustadas en nuestra mente-cuerpo. El mismo acto sexual, en la forma sagrada, es una potente forma de sanación. La mujer tiene que “abrazar su dragón”. Hacerse consciente de su herida y sanarla a través del perdón consciente. No se trata aquí de establecer culpables. La curación del ser humano exige que comprendamos que nuestra historia es una historia colectiva, es la historia del despertar de la consciencia, y en esa historia todos hemos estado implicados en multitud de vidas, unas veces haciendo de una cosa y otras de otra. Y lo mismo que la curación del planeta requiere que el hombre abra su pecho e integre lo femenino dentro de él, esa misma curación requiere que la mujer cure su herida a través de la comprensión de sí misma y del perdón consciente. Sanación no se refiere sólo a los síntomas físicos ya manifestados. Ese sería únicamente el final del proceso de la enfermedad original, la mente. La sanación real requiere un proceso consciente. La medicina alopática tradicional sólo entiende de los síntomas externos una vez manifestados, que considera, además, ajenos a nosotros mismos, algo que “le viene a uno” no se sabe porqué. Cuando sólo intentamos curarnos de los síntomas externos cuando aparecen, y lo hacemos sin asumir la responsabilidad de nuestra enfermedad y de nuestra curación, sin tomar partido en ella, únicamente a través de medios externos, de medicamentos, de operaciones quirúrgicas, como propone la medicina convencional, no se produce realmente la sanación. Podrán remitir temporalmente los síntomas específicos, pero el origen energético/mental sigue ahí, reproduciéndose más tarde, puede que de otra manera. Cuando hablamos de sanar no nos referimos a sanar una enfermedad física ya manifestada. Como decíamos, eso no es más que el final del proceso de una mente no curada. Aunque no haya enfermedad física manifestada, la sanación es igualmente necesaria, puesto que el problema es mental/emocional, se manifiesta en nuestra propia vida, que no es más que un reflejo de nuestra mente y nos impide tomar nuestro verdadero poder, acceder a la esencia de lo que somos. De esta forma, la sanación de nuestra mente, nos lleva a encarnar quien realmente somos, por una parte, y a evitar las manifestaciones físicas en forma de enfermedad, por otra. Sanar es “desatar” las causas. Comprender y liberar el pasado, no repitiendo en el presente las actitudes que previamente originaron los problemas. Por eso es tan efectiva la terapia de regresión. A través de regresar al pasado de esta vida o de vidas anteriores, comprendemos desde una visión más amplia de la historia de la vida, lo que nos permite entonces liberar nuestra mente a través del perdón. Cuando la mente “ha comprendido”, la sanación física se produce. Sanar la mente es sanar el cuerpo porque mente y cuerpo no están separados. Cuando sanamos el cuerpo, cuando llevamos consciencia a una parte de nuestro cuerpo, activamos la parte del cerebro, antes dormida o bloqueada, que controla esa parte del cuerpo. De manera que cuando sanamos el cuerpo “conscientemente” (no a base de medicamentos, “irresponsablemente”) también estamos sanado la mente, activando partes de nuestro cerebro antes dormidas o bloqueadas, liberando y elevando el nivel de nuestra mente, ampliando sus horizontes y elevando nuestra consciencia. La sexualidad sagrada puede ser una ayuda poderosa en el camino de sanación del vientre femenino, pues revierte el proceso de la enfermedad del desamor que inunda las células del vientre femenino. Cuando una mujer hace el amor con “penes emocionales”, con penes compulsivos y egoístas, que no saben estar presentes amorosa y desinteresadamente dentro de su vientre, está acentuando la herida. El contacto con el pene de un hombre que ha sanado o que está en el camino consciente de sanación, que ha abierto su corazón, que ha integrado en él mismo la energía femenina, la energía de la Diosa, comienza, sin embargo, a purificar el vientre femenino. Comienza a darle “nueva información”, esta vez desde la consideración, desde el amor. Por eso es muy importante para cualquier mujer en el camino de sanación consciente, ser cuidadosa en sus relaciones. No se trata de represión, de negar ahora el derecho de libertad sexual, tan arduamente conseguido; sino de una toma de consciencia de “lo que estamos haciendo”. Pasado el tiempo, tan necesario, después de siglos de locura de represión, de la liberación sexual de los hippies, estamos ahora en otro lugar, donde debemos empezar a tomar responsabilidad sobre las verdaderas consecuencias de lo que hacemos. “Id y no pequéis más” decía el maestro Jesús, después de una curación, utilizando ese lenguaje bíblico tan desafortunado del “pecado”. Frase que no hacía si no exponer esto mismo: sánate y una vez sanado, se consciente para no repetir los viejos esquemas que te llevaron a la enfermedad. Publicado por Jesús Gómez (Keshavananda) en la revista “Verdemente”, Enero-2005. Foto: La sanación del vientre femenino: El poder de la diosa El cuerpo es un símbolo y el vientre, el útero femenino, es el símbolo de la conexión con lo no manifestado, la Diosa. El vientre femenino ha sido agredido durante miles de años, por el mundo masculino y la energía metálica separada del corazón y la Madre Tierra que ha dominado nuestra civilización. Y aún hoy sigue siendo agredido terriblemente en nuestra “avanzada” civilización. Se le agrede cuando el hombre sigue utilizándolo para descargar toda su frenética compulsividad mental, cuando tantos y tantos hombres se masturban dentro del vientre de una mujer y a eso le llaman hacer el amor. Le agrede la propia mujer cuando permite que cualquier hombre entre dentro de ella, y cuando ella misma copia los patrones sexuales masculinizantes, dirigiéndose a una sexualidad superficial (clitoridiana) y convirtiéndose en ese tipo de mujer, tan común hoy en día, que utiliza activamente la sexualidad desligada del sentimiento. Se le agrede por supuesto en los hospitales, en el llamado “parto tecnológico” dominante hoy en día, donde tantas y tantas mujeres paren de forma antinatural y son sometidas a la atrocidad de la episiotomía y otras aberraciones médicas, en aras del la “efectividad técnica”. Se la agrede cuando se ha inventado la píldora, que destruye el ciclo femenino, o todos los otros sistemas anticonceptivos intrusivos en el cuerpo de la mujer, curiosamente siempre sistemas para la mujer, ¿porqué no para el hombre?. Se agrede el vientre femenino, cuando se ha hecho creer a la mujer que su regla es un trastorno, una molestia “que tiene que sufrir” y que la impide actuar en un plano de “igualdad” con el hombre. Cuando se la ha hecho separarse del momento sagrado que es la menstruación y a base de “tampax” apartarse e incluso repudiar su propia sangre. Podríamos continuar con un sin fin de agresiones más de una civilización masculina que, desde su “omnipotente” hemisferio izquierdo, ha cometido y sigue cometiendo para controlar y aplastar a la Diosa, a la cual ha temido y no ha entendido. No es de extrañar que nuestra civilización esté destruyendo la Tierra, siendo la Tierra la expresión por excelencia de la energía de la Diosa. La Diosa es la energía femenina y representa la conexión con lo que se siente, con aquello que está ahí pero no se puede aprehender con la razón. Y en la mujer, canal femenino en la Tierra, la Diosa está ligada al poder de su vientre, que sanado, la une directamente con la energía del corazón y con la Presencia del Ser, del Todo. Es necesario que el vientre femenino sea sanado de todo el dolor, de todo el miedo y de todo el rencor, del karma colectivo, de miles de años de aplastamiento de lo femenino, de desprecio y de agresión a la Diosa. Existen diferentes formas, y lo que podríamos llamar técnicas de sanación, que desembocan todas en tomar consciencia de la verdadera identidad, despejando todas las creencias erróneas sobre uno mismo incrustadas en nuestra mente-cuerpo. El mismo acto sexual, en la forma sagrada, es una potente forma de sanación. La mujer tiene que “abrazar su dragón”. Hacerse consciente de su herida y sanarla a través del perdón consciente. No se trata aquí de establecer culpables. La curación del ser humano exige que comprendamos que nuestra historia es una historia colectiva, es la historia del despertar de la consciencia, y en esa historia todos hemos estado implicados en multitud de vidas, unas veces haciendo de una cosa y otras de otra. Y lo mismo que la curación del planeta requiere que el hombre abra su pecho e integre lo femenino dentro de él, esa misma curación requiere que la mujer cure su herida a través de la comprensión de sí misma y del perdón consciente. Sanación no se refiere sólo a los síntomas físicos ya manifestados. Ese sería únicamente el final del proceso de la enfermedad original, la mente. La sanación real requiere un proceso consciente. La medicina alopática tradicional sólo entiende de los síntomas externos una vez manifestados, que considera, además, ajenos a nosotros mismos, algo que “le viene a uno” no se sabe porqué. Cuando sólo intentamos curarnos de los síntomas externos cuando aparecen, y lo hacemos sin asumir la responsabilidad de nuestra enfermedad y de nuestra curación, sin tomar partido en ella, únicamente a través de medios externos, de medicamentos, de operaciones quirúrgicas, como propone la medicina convencional, no se produce realmente la sanación. Podrán remitir temporalmente los síntomas específicos, pero el origen energético/mental sigue ahí, reproduciéndose más tarde, puede que de otra manera. Cuando hablamos de sanar no nos referimos a sanar una enfermedad física ya manifestada. Como decíamos, eso no es más que el final del proceso de una mente no curada. Aunque no haya enfermedad física manifestada, la sanación es igualmente necesaria, puesto que el problema es mental/emocional, se manifiesta en nuestra propia vida, que no es más que un reflejo de nuestra mente y nos impide tomar nuestro verdadero poder, acceder a la esencia de lo que somos. De esta forma, la sanación de nuestra mente, nos lleva a encarnar quien realmente somos, por una parte, y a evitar las manifestaciones físicas en forma de enfermedad, por otra. Sanar es “desatar” las causas. Comprender y liberar el pasado, no repitiendo en el presente las actitudes que previamente originaron los problemas. Por eso es tan efectiva la terapia de regresión. A través de regresar al pasado de esta vida o de vidas anteriores, comprendemos desde una visión más amplia de la historia de la vida, lo que nos permite entonces liberar nuestra mente a través del perdón. Cuando la mente “ha comprendido”, la sanación física se produce. Sanar la mente es sanar el cuerpo porque mente y cuerpo no están separados. Cuando sanamos el cuerpo, cuando llevamos consciencia a una parte de nuestro cuerpo, activamos la parte del cerebro, antes dormida o bloqueada, que controla esa parte del cuerpo. De manera que cuando sanamos el cuerpo “conscientemente” (no a base de medicamentos, “irresponsablemente”) también estamos sanado la mente, activando partes de nuestro cerebro antes dormidas o bloqueadas, liberando y elevando el nivel de nuestra mente, ampliando sus horizontes y elevando nuestra consciencia. La sexualidad sagrada puede ser una ayuda poderosa en el camino de sanación del vientre femenino, pues revierte el proceso de la enfermedad del desamor que inunda las células del vientre femenino. Cuando una mujer hace el amor con “penes emocionales”, con penes compulsivos y egoístas, que no saben estar presentes amorosa y desinteresadamente dentro de su vientre, está acentuando la herida. El contacto con el pene de un hombre que ha sanado o que está en el camino consciente de sanación, que ha abierto su corazón, que ha integrado en él mismo la energía femenina, la energía de la Diosa, comienza, sin embargo, a purificar el vientre femenino. Comienza a darle “nueva información”, esta vez desde la consideración, desde el amor. Por eso es muy importante para cualquier mujer en el camino de sanación consciente, ser cuidadosa en sus relaciones. No se trata de represión, de negar ahora el derecho de libertad sexual, tan arduamente conseguido; sino de una toma de consciencia de “lo que estamos haciendo”. Pasado el tiempo, tan necesario, después de siglos de locura de represión, de la liberación sexual de los hippies, estamos ahora en otro lugar, donde debemos empezar a tomar responsabilidad sobre las verdaderas consecuencias de lo que hacemos. “Id y no pequéis más” decía el maestro Jesús, después de una curación, utilizando ese lenguaje bíblico tan desafortunado del “pecado”. Frase que no hacía si no exponer esto mismo: sánate y una vez sanado, se consciente para no repetir los viejos esquemas que te llevaron a la enfermedad. Publicado por Jesús Gómez (Keshavananda) en la revista “Verdemente”, Enero-2005.

sábado, 19 de octubre de 2013

Más allá del dolor: Honrar tu cicatriz Ninguna medalla, ningún título, ningún posgrado, vale tanto. Es digna de honra. ¿Qué? Tu cicatriz. Allí: en el centro del pecho. Las mejores personas que hayas conocido, seguro que la tienen. La que ...obra con dignidad, la que es capaz de compasión, la que ejerce una sabiduría que no está en los libros... En algún momento la vida patea las puertas del pecho, lo allana, lo requisa, lo saquea... Y hay quien se queda así: tapia el pecho, lo sella con múltiples cerrojos, y va dejando que se le vuelva un sótano húmedo, lleno de cosas viejas. Pero hay quien, a pecho abierto, decide aprovechar la circunstancia para volverse... más completo, y más humano. Toma aguja e hilo y, pacientemente, con la ayuda del tiempo, va juntando sus pedazos, y borda en su pecho la más honrosa cicatriz. Pero cuidado: cuando uno está recién devastado, puede confundirse, al escuchar las seductoras voces de la oscuridad: "Esto es para siempre...", "Nunca más se cerrará...", "Nadie nunca ha sufrido tanto...", "Te lo tienes merecido, pues hiciste todo mal"....Por favor, si es así... NO LES CREAS, aunque te lo sigan diciendo. Son como los monstruos de utilería del Tren Fantasma, que espantan con sus máscaras en los parques de diversiones... Tu situación es otra: es como si fueras por la ruta de noche, y atravesaras un largo túnel subterráneo en el cual se ha cortado la luz; y te da miedo: parece que nunca va a terminar; sin embargo, ningún túnel es infinito, aunque te parezca que estás tardando demasiado en salir. Hay afuera. Hay horizonte. Pero es natural que no lo veas mientras estás mirando hacia adentro para suturar tu herida. Si es posible, estate cerca de quienes te lo recuerden: otros que ya hayan curado su propia cicatriz.Y el tiempo pasa. Y si uno está dispuesto a no juntar moho, a no convertirse en un sótano viviente, la luz del sol penetra, cierra los tejidos de un modo insospechado. Hipócrates decía que el cuerpo tiene una naturaleza medicatriz: una inteligencia que hace que sus lastimaduras se auto-reparen. Y si el cuerpo está provisto de esa inteligencia, ¿cómo no va a estarlo lo invisible que lo anima? Aunque no sepamos cómo hacerlo, nuestro Inconsciente sí: él tiene ese don auto-reparatorio, y trabaja día y noche para que volvamos a pararnos sobre nuestros propios pies. Sólo hay que ayudarlo: confiar en el proceso, no encerrarse, no aislarse, no creerle a las voces de la oscuridad... Y a medida que se va saliendo del túnel, aprender a honrar la herida. A convertirla en parte de tu más preciado patrimonio: la ventana hacia una visión de la realidad más sensible, más madura... más sabia. ~Virginia Gawel

TEMPLE OF PYTHON, OUIDAH, BENIN REPUBLIC

sábado, 12 de octubre de 2013

Niño de 9 años discute sobre el significado de la vida y el universo.

Tres formas de ver el parto: , la conceptualización dicotómica del proceso reproductivo, pone al descubierto tres formas de conceptualizar el proceso reproductivo: primero como un proceso fisiológico, segundo como una enfermedad y tercero como un proceso productivo. La primera forma de verlo, resuelve que el embarazo y parto se da en mujeres sanas, sin que sea necesaria el monitoreo médico, a pe...sar de que algunas puedes presentar problemas de salud, en donde se considera pertinente realizar los chequeos médicos necesarios. Sin embargo, no se justifica una serie de protocolos médicos que operan rutinariamente en los partos, la OMS los ha descrito para evitar su uso injustificado. También es posible caer en un riesgo, que tiene que ver con la naturalización del proceso biológico, que a la luz de los análisis antropológicos aparece como extraño, ya que como vimos anteriormente no es posible separar el proceso biológico del cultural, siendo la medicina una de las dimensiones culturales que participan en la construcción de la sexualidad humana, sin duda está involucrada. Aquí aparece un tema anexo, pero importante de esbozar: los usos y abusos que se han hecho en nombre de la autoridad sanitaria, como una institución legitima para intervenir en los partos, por el hecho de producir conocimiento al respecto. La segunda forma de verlo, como una enfermedad, es la visión opuesta de la anterior, partiendo del pensamiento histórico de que el cuerpo de la mujer es defectuoso y patológico. Esta visión suele darse en sociedades con un bajo índice de nacimientos, en donde es posible controlarlos a todos. Aquí la tecnología (principalmente la ecografía y otros instrumentos como el fórceps en el parto) y la medicalización (hospitalizaciones, inducciones, episiotomías, aplicación de enemas, rasurado del vello púbico, entro otros) son indispensables. Al considerar el cuerpo de la mujer gestante como un cuerpo escindido de su propiedad, otorgándole al feto derechos por sobre la madre, limitando a esta como un entorno, es por eso que hace algunos años la senadora designada Ena Von Baer se hace parte de este discurso y dice que “las mujeres prestan el cuerpo” al momento de gestar una vida. Invisibilizando a la mujer y entrando en un dialogo médico-feto que colinda con esquizofrenia. Y por último, como un proceso productivo. Que tiene relación con la trasmisión cultural de una sociedad desde su ámbito productivo, que es la forma que tenemos de que el sistema hegemónico funcione y se reproduzco a sí mismo, mediante la incorporación de nuevas fuerzas de trabajo y la reproducción de un discurso que valide el sistema capitalista imperante. Es así como la industria médica y el sistema neoliberal capitalista están conectados, especialmente desde el modelo fordista de producción en masa, traspasando estas dinámicas a los profesionales de la salud y las parturientas, que incluso ven intervenidos los tiempos normales de sus partos, en post de un mejor productividad de las horas de trabajo del personal médico. Lamentablemente esta es una realidad que es posible de observarse fácilmente en el sistema de salud público y privado en Chile, específicamente porque las instituciones se han alineado con el tiempo de la producción capitalista.Ver más

viernes, 11 de octubre de 2013

TIERRA DE SUEÑOS 08-10-11 (4/4)

TIERRA DE SUEÑOS 08-10-11 (3/4)

TIERRA DE SUEÑOS 08-10-11 (2/4)

TIERRA DE SUEÑOS 11-11-11 (1/4)

LA MUJER Y LOS CENTROS LUNARES
“Ninguna criatura de este planeta posee la belleza, la fuerza y el poder que tiene una mujer”
Yogi Bhajan

De Yogui Bhajan, entre sus múltiples enseñanzas legadas, encontramos la técnica de los 11 centros de la Luna en las mujeres. Se basa en la influencia de la Luna en los ciclos femeninos, en cómo el cuerpo de la mujer se mueve conforme a los ritmos que le marca la Luna; un ejemplo claro es el ciclo menstrual que dura 28 días, al igual que el ciclo lunar
Se llama centro lunar a aquel punto del cuerpo físico en que se recibe la influencia de la Luna y que se traducirá en vaivenes emocionales. La Luna, siguiendo su ciclo de 28 días, se moverá a través de estos centros lunares y cambiará de lugar cada dos días y medio; ello comporta fluctuaciones en formas de proceder, pensar, actuar, a causa de esta energía que se mantiene en cada centro un tiempo determinado para luego cambiar a otro centro.
LA MUJER tiene, siguiendo esas enseñanzas, once centros lunares:
La línea del pelo. Representa la estabilidad, firmeza, claridad; se está centrada y despejada, segura y neutral en la comunicación. /desequilibrio comporta una tendencia a la paranoia.
Las mejillas. Representa la estabilidad y equilibrio emocional./ desequilibrio descontrol, enojo, susceptibilidad, o irritabilidad.
Los labios. La comunicación, la interactividad son sus cualidades. /desequilibrio La indiscreción
Los lóbulos de las orejas. Sus cualidades la ética, la moral, la inteligencia./ El desequilibrio está en el discutir por discutir.
La nuca. La sensibilidad, la actitud para el romance./ La incapacidad para comunicarse es su aspecto negativo.
Pecho – pezones. Representa la generosidad, la compasión, el amor incondicional./ Y en el aspecto negativo estaría la generosidad llevada a los límites de la estupidez.
Botón vientre-espalda (detrás del ombligo). Representa la seguridad en sí misma en la mujer, su propio poder, su energía física. /negativas están el sentirse vulnerable, la inseguridad.
Interior de los muslos. Sus cualidades son la afirmación, la creatividad, la confirmación./ En el otro extremo está la mujer que no permite que se la contradiga.
Cejas. La ilusión, la imaginación, la visión, son sus cualidades. /Como cualidad negativa la mujer se dedica a construir castillos en el aire.
Clitoris. Habla de cualidades de sociabilidad, conversadora, orientada al exterior. /Negativamente, la mujer trama y excluye.
Vagina. La profundidad es su cualidad. /desequilibrio se muestra vacía, superficial. (Este punto lunar dura un día y medio)
Una forma de saber en qué centro lunar estamos en un día concreto es observándonos y auscultando que sentimientos predominan ese día, y luego comparándolos con las cualidades que cada centro lunar representa averiguaremos en qué centro estamos. La observación durante varios meses te llevará a descubrir tu patrón o pauta de tu luna interior, puesto que la secuencia varía en cada mujer.
Por ejemplo, un día te levantas especialmente romántica, sonriendo por cualquier cosa, tu punto lunar está en la nuca. En cambio otro día te levantas sintiendo que necesitas hablar con urgencia de tus cosas y tu centro lunar está en los labios. Cada mujer tiene su propio ciclo, si te observas un tiempo podrás registras tu ciclo de 11 lunas e identificarás los patrones de cada una de ellas, es una forma de predecir y comprender también tus cambios, también de prevenir tus reacciones externas. En resumen, es una práctica para el autoconocimiento.
Debido al estrés o hábitos antiguos podemos tener dificultades para encontrar el centro lunar dominante. También un centro lunar puede cambiar repentinamente a causa de un trauma, accidente o hecho similar. La práctica del yoga permite que recuperemos la paz, el equilibrio, de forma que la energía fluya libremente y seamos capaces de volver a reconectarnos con nosotras mismas.
Texto Armonía y Yoga