sábado, 17 de noviembre de 2012

Por nuestras vulvas y las diosas del nuevo orden

Por nuestras vulvas y las diosas del nuevo orden
Por: | 31 de octubre de 2012
Sobre vulvas escribió aquí hace un tiempo nuestro querido JoanG (él también las llamaba, cordialmente, "chochos, panochas, chichis y hasta cuevecitas", pero a mí no me sale ningún diminutivo por el estilo).
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Vulvas como dólmenes, vía www.martincano.webcindario.
Era aquel un post divertido como todos los suyos pero, además, tan interesante que dejaba poso (y también "pozo", con 'z')… Hablaba allí de ese triángulo sagrado y del orificio enigmático (y tapado por los siglos de los siglos) del cual el hombre se pasa nueve meses intentando salir y "toda una vida" queriendo volver a entrar (citando el prólogo del libro The big book of pussy).
A muchos nos impresionó entonces la pericia de la artista que encestaba bolas impulsadas por sus labios menores. Aquella performance podía inducir a errores de localización de los espacios expositivos llamados, respectivamente, vulva y vagina (porque las pelotitas se introducían levemente en el canal vaginal a fin de conseguir el envión necesario para salir disparadas hacia adelante), pero en realidad son dos cosas bien diferentes. Y el que tenga dudas que por favor consulte un pequeño diccionario anatómico (conozco algún hombre adulto que le dice "vagina" a todo lo que se halla más o menos por ahí, creyendo que así evita el lenguaje vulgar, o vulvar).
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La representación del autoexamen femenino en una pintura del siglo XIX.
De aquella entrada me quedó un deber que sigo teniendo pendiente y presente y es el de conseguir un libro que recomendaba JoanG: Vulva. La revelación del sexo invisible de Mithu M. Sanval, que traza la historia cultural del genital femenino, con la intención, según se explica, de dar "visibilidad" a un órgano "exhibido y ocultado, deseado y temido". Y mientras me hago con la obra, hoy quiero darle otra vuelta al tema de la vulva como epicentro del deseo y también como origen del mundo y símbolo de sanación.
Todo empieza con Marija Giambutas, una arqueóloga lituana especializada en la Prehistoria de Europa y las deidades femeninas que, con sus excavaciones, vino a demostrar que había existido una "cultura matrifocal y probablemente matrilineal, agrícola y sedentaria, igualitaria y pacífica". Ella sostiene que esa cultura (a la que evita llamar matriarcal por la asociación del término con la noción de poder) era predominante en Europa suroriental a partir del 6.500 a.C. y que fue abolida hacia el 4.000 o 2.500 a.C. por sucesivas invasiones indoeuropeas que provenían de las estepas rusas.

Así, las deidades femeninas, y particularmente la diosa Creatrix, habrían ido sustituyéndose por dioses masculinos, solares y guerreros, y entonces empezó otra Historia, la de la fusión entre los elementos de la vieja Europa y las aportaciones de los pueblos indoeuropeos. De aquel proceso sincrético, opinan algunos autores, surgió el culto mariano, que es el modo en el que el cristianismo patriarcal asumió cultos preexistentes, aunque esta es una línea de indagación que dejaremos para otro momento.Volvamos a Gimbutas y sus descubrimientos en la iconografía del Paleolítico y el Neolítico. Ella identificó y decodificó representaciones de las deidades femeninas y demás figuras halladas en cavernas, enseres y amuletos para esbozar la idea de la diosa madre, generadora de vida y reparadora.
La tierra como elemento femenino se hizo triángulo fértil, surco y círculo en las paredes de las grutas y en las vasijas de formas antropomórficas. A propósito, 'La vulva regeneradora: triángulo, reloj de arena y garras de pájaro' es el nombre del capítulo que la arqueóloga dedica al tema en el libro El lenguaje de la diosa. Porque en Europa y en Anatolia, los motivos de patas de pájaro, triángulos y relojes de arena representaban vida y poder regenerador.

‘Signs out of the time’ (2004), un documental de Donna Read sobre Marija Gimbutas."El triángulo es la vulva; el reloj de arena, dos triángulos unidos por sus vértices. Esas formas geométricas devienen antropomorfas si uno les añade una cabeza o senos, brazos y piernas. Sin embargo, no son brazos los que se pegan a las figuras con forma de reloj de arena sino garras de pájaro. El triángulo y el reloj de arena son los símbolos de la diosa cuya manifestación es un ave rapaz", escribe Gimbutas.
Así, una piedra triangular era símbolo de la diosa y su poder de regeneración en el Paleolítico inferior y las vulvas grabadas en las grutas denotaban energía. También los trozos de sílex con formas triangulares naturales o tallados intencionalmente daban cuenta del poder generador femenino. En el Neolítico, grandes rocas triangulares servían de bases o umbrales a las tumbas en Irlanda y en la Bretaña francesa.
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Del Paleolítico, una vulva estilizada en piedra. En el Musée des Antiquités Nationales, Saint-Germain-en-Laye.
Sobre los objetos de culto, la vulva triangular alude no solamente a los símbolos del agua y la vegetación, sino también a los barcos, a las serpientes y a los peces, todas expresiones, según Gimbutas, del poder nutriente de la diosa y su triunfo sobre la muerte, también el renacimiento. "El significado del triángulo regenerador se establece claramente por la presencia, en la pintura mural de algunos santuarios en los que se encontraron series de triángulos rojos y negros con un círculo en el centro que probablemente represente el canal del parto", continúa. Y el rojo siempre es vida.
Asturias
Panel de las vulvas de la cueva de Tito Bustillo, en Asturias (del Magdaleniense medio, 15.000 a.C.) o la invocación a la fertilidad, vía http://www.ambosmundos.es
En este contexto, un interesante debate presentado por Rodrigo Martínez le da alas a la idea de Gimbutas acerca de que la cultura de la vieja Europa tenía su eje en lo femenino y, consecuentemente, en la veneración de una diosa que personificaba la creación y la fuente de todo. En tanto el elemento masculino, "humano y animal", representaba "poderes espontáneos, que estimulaban la vida pero que no la generaban".
La obra de referencia de Gimbutas es The Goddesses and Gods of Old Europe. 6500-3500 B.C. Myths and Cult Image; sí, así, con Goddesses en primer término, porque en una versión revisada ella misma coloca a las 'diosas' por delante de los 'dioses' en el título.
Voilà, señores, todo esto para decir que, ya que los tiempos protoanimales están cambiando bastante en Europa, desde aquí propongo que nuestras vulvas sean llamadas a una nueva era de adoración. Y quizá de allí surja una nueva estructura social nutritiva y pacífica.

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