domingo, 24 de febrero de 2013

8. LAS ANCIANAS DICEN LA VERDAD CON COMPASIÓN




La mayoría de las mujeres se convierten en grandes expertas de las conversaciones que sirven para darse ánimos, práctica que en sí misma conduce a la superficialidad cuando, por lo general, las verdades incómodas o las diferencias de opinión no se pronuncian por una cuestión de educación. El desafío, que nos hará ancianas, consiste en aprender a mostrarse sincera y compasiva. La observación es el primer paso: escuchar de verdad lo que nos cuentan. ¿Acaso deseamos profundizar en la conversación? ¿Actuamos por educación o por cobardía? ¿Vale la pena intervenir en este momento? La sabiduría de la anciana interior está en saber cuándo hay que hablar y qué hay que decir.



La verdad es afilada: es un instrumento que puede causar dolor, heridas, desfiguraciones o amputaciones; o bien puede ser el escalpelo del cirujano que extrae un cuerpo maligno o reconstruye una cara destrozada, y con ello restaura la salud o la autoestima.

Decir la verdad es ser capaz de afirmar que «yo soy así».



Nunca es lo que sucedió, sino el modo como reaccionamos ante lo que ocurrió lo que importa. Oculto en forma de secreto, te conviertes en una víctima, sola con tu sufrimiento. Cuando encuentras el coraje suficiente para decir la verdad, empiezas a liberarte del pasado que antes te retenía como rehén.

Las ancianas tienen por costumbre decir la verdad.

Imagen by Sandra Bierman

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