sábado, 8 de junio de 2013

PRUEBAS




Desde el punto de vista de la evolución del ser humano, son situaciones propicias para depurar su energía, perfeccionar su sintonía con la vida superior, confirmar sus determinaciones evolutivas, el autoconocimiento y el autodominio. Se presentan en los niveles de la personalidad: el físico concreto, el emocional y el mental. También pueden presentarse en sueños y en experiencias en los planos sutiles.



Las pruebas se insertan en la vida cotidiana, pues la ascesis espiritual no excluye el nivel humano, sino que lo transforma, moldea y redime según la razón mayor de la existencia. Hay pruebas que se presentan gradualmente hasta que la soberbia, la lasitud, la mentira, el uso incorrecto de la energía y la cobardía sean superadas. Otras se refieren a etapas específicas de la ascesis, como cuando el individuo no tiene estímulo externo para avanzar, aprendiendo así a permanecer fiel a la meta, aunque no tenga los intereses que son naturales al comienzo del trayecto. La conciencia se va capacitando para mantenerse en lo esencial y para no encaminarse hacia actividades innecesarias cuando llega el momento de cesar los movimientos y aguardar una mayor comprensión acerca de la dirección que ha de seguir.



Las pruebas son oportunidades de perfeccionamiento generadas por el karma individual y colectivo, por la sintonía del ser y por su necesidad de evolucionar. Son fruto de la identificación de la conciencia con los mundos en que habita, sumada al impulso de liberación que proviene de su propio interior. La confluencia de estos dos movimientos - identificación e impulso de liberación - produce la coyuntura, hecho o situación de la cual se compone la prueba.



Las fuerzas involutivas son elementos de prueba porque están presentes en la sustancia misma del mundo material. A medida que la conciencia se eleva y sus cuerpos se purifican, las pruebas cambian, pues serán otros los componentes que se mezclarán con el impulso de liberación. Las pruebas pueden señalar el acercamiento a portales internos y constituyen un requisito para transponerlos. A cada mónada le está designada una función interior, para reconocerla y asumirla, es necesario que la vibración de toda la vida del hombre, en los diversos niveles, alcance cierta calidad. Las pruebas son instrumentos de depuración.



Una de las pruebas por las cuales el individuo pasa durante la ascesis es ver que sus palabras, conceptos y acciones pierden el valor aparente que siempre tuvieron. A partir de allí, él atrae hacia la vida externa todo lo que tiene de sagrado dentro de sí, o retrocede a la condición en la cual busca la verdad pero no la vive. Para los que avanzan, surge entonces la prueba en que las estructuras formales y la inercia material resisten firmemente a la expresión de la energía interna. Emerge lo más denso del ser, y éste se vuelve un campo donde la oscuridd de la esfera psíquica colectiva se proyecta y realiza una obra disgregante y negativa. Esta oscuridad succiona la vitalidad de sus partículas. En el plano mental, sugestiona e intenta bloquear la trayectoria ascendente. Está formada por fuerzas involutivas que conocen los puntos débiles del individuo y usan este conocimiento para paralizarlo o hacerlo retroceder.



En el universo existe un impulso que atrae la vida en el sentido contrario al de la evolución; por lo tanto, los enfrentamientos que se producen en un individuo son parte de algo mayor, de un ajuste entre grandes corrientes antagónicas. Al comienzo, la conciencia humana, externa, ignora este proceso y colabora con las tendencias retrógradas. Cuando comienza a recibir mayor influencia del alma y a interactuar con núcleos internos, nota que este enfrentamiento es más amplio y, al superar pruebas y ataques más evidentes, fortalece su ligazón con la corriente ascendente. Por experiencia, el hombre aprende que la "victoria" no se debe a su persona y canaliza la veneración hacia lo que habita en lo profundo de su ser.



El mito de los Doce Trabajos de Hércules es instructivo en lo que se refiere al aprendizaje y a las pruebas por las cuales el ser humano pasa, desde que deja la consciencia de masa hasta que alcanza niveles trascendentes. Está presentado desde esta óptica en el libro HORA DE CRECER INTERIORMENTE (El Mito de Hércules, Hoy) de Trigueirinho, Editorial Kier. En CAUTELAS, San Juan de la Cruz (1542-1591) advierte que cada uno debe comprender que ha asumido el camino espiritual para que todos lo instruyan. Y así, dice que, para librarse de las imperfecciones y perturbaciones, conviene pensar que todos están encargados de ejercitarlo, como en realidad lo están: unos lo perfeccionarán por medio de las palabras, otros, por las obras, otros, por juzgarlo mal; conviene pensar que debe estar sujeto a todo, como lo está la estatua a quien la esculpe. Advierte también que, si no observa esta norma, no logrará vencer la propia sensualidad y los sentimientos, no sabrá convivir en armonía con los semejantes, no alcanzará la paz, ni se liberará de sus males y errores.



Para que el género humano interactúe con vibraciones elevadas, propias del ciclo venidero de la Tierra, es necesario que algunos individuos acepten la tarea de pioneros. Son puestos en pruebas que no se presentan a los demás. Al superarlas, abren camino para todos. "Vuestras conquistas pasadas nada representan delante del futuro que os espera. ¿De qué os sirven las piedras que cubren el camino que dejasteis atrás? Servirán, sí, para que los que os siguen, y también por eso es importante avanzar. Así como el espíritu construye su senda en lo invisible, el caminante da los pasos en el vacío. Lo inédito no puede ser conocido hasta el momento en que se manifiesta.



LÉXICO ESOTÉRICO de TRIGUEIRINHO

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