lunes, 11 de noviembre de 2013

Pensadoras muy inteligentes se han dedicado a descubrir qué hacer y han llegado a la conclusión de que es preciso sanar varias heridas; varias llagas abiertas que nos duelen demasiado como para poder poner nuestra atención en la tarea absorbente de crecer y desarrollarnos. La jungiana Connie Zweig, por ejemplo, en la introducción a la espléndida antología “Ser Mujer” enumera las siguientes sanaciones necesarias: - sanar nuestra relación con las mujeres y lo femenino; - sanar nuestra relación con los hombres y lo masculino;... - sanar nuestra relación con los ritmos, los instintos, y los deseos; - sanar nuestra relación con los arquetipos de la Diosa, es decir, lo Femenino Arquetípico. En todas las fisuras sin curar, el flujo de nuestra energía se detiene y retrocede. No es posible ser plenamente mujer sin estar bien relacionada con el propio género; sin haber depurado las adulteradas relaciones con el hombre; sin responder a nuestros propios procesos femeninos corporales y sin contar con una deidad femenina que nos sirva de modelo y nos presente pautas de realización. Ethel Morgan

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